Libertad de expresión y de conciencia desde la doctrina jurídica: análisis y perspectivas de cambio [Por: Jimena Ruiz]
Realmente, ¿qué significa la libertad de expresión y de conciencia en nuestro país? ¿Qué se necesita para cambiar nuestro punto de vista sobre este derecho fundamental?
En primer lugar, la libertad de
conciencia conforma un concepto de la propia individualidad, es decir, del
“yo”. Por eso, Salanova (2016) expresa que la libertad de conciencia es “una libertad garantizada [...] que reconoce la facultad del individuo de crear sus
propias convicciones, creencias o ideas y guiarse por ellas” (p.30). Lo cierto
aquí es que este tipo de libertad no debe transgredir las garantías que cada
persona posee tan solo por el simple hecho de pertenecer a una comunidad o
territorio determinado, o viéndola desde una perspectiva más filosófica, desde la dignidad.
Aquí hay que tomar un punto
sumamente importante, y es que, en un ámbito laboral, este derecho ha
transformado los paradigmas de la idea que se tenía de este derecho. Y, es más,
en este aspecto, por ejemplo, de acuerdo con Rodríguez-Piñero (2004) en el
contrato de trabajo “se pone en juego directamente a la persona, su dignidad y
su libertad resultando decisivo que los valores éticos y los derechos
constitucionales informen también el contenido de este contrato” (p.355).
Es por eso por lo que se podría
afirmar que la influencia de la libertad de conciencia en el desempeño laboral
es que, básicamente, el trabajador deberá tomar en cuenta sus principios y
valores éticos para aceptar o no la oferta laboral. O en otro de los casos, el
empleador deberá respetar las convicciones de sus empleados. Asimismo, también
resultaría beneficioso el intercambio social y de ideas que favorezca la sana
convivencia.
Siguiendo en la misma línea, la
libertad de conciencia no solo se debe centrar en un ámbito solamente
religioso. Va muchísimo más allá y es más profundo de lo que se cree. En un
sentido filosófico, como se señaló mucho más arriba, se trata del tema de la
dignidad humana y la concepción que se tenga de la cultura y los cambios
sociales en general.
La libertad de expresión, tal y como se le denomina, es uno de los derechos fundamentales más ejercidos en los últimos años. Desde la aparición de nuevas tecnologías y los nuevos medios de comunicación, las personas interactuamos todos los días, compartiendo nuestro sentir y nuestro pensamiento con respecto a diversos temas.
“Para asegurar la vigencia de los
derechos de la persona o del ciudadano en el contrato de trabajo (en el trabajo
en general) el Tribunal Constitucional [...] ha sido el referente común de
referencia para garantizar los derechos fundamentales y las libertades públicas
del trabajador” (Rodríguez-Piñero, 2004, p. 357-358)
“John Locke no entiende la libertad
de conciencia como una libertad "para hacer lo que se le venga en
gana", en el sentido del "libre albedrío". A su juicio, sólo hay
libertad para quienes obedecen la ley, es decir, sólo son libres aquellas
conciencias que, por conocer la ley, no
pueden dejar de acomodar su conducta a lo que la ley requiera” (Bahr,
2005, p.51-52)
Y es en este punto donde entra la libertad de expresión. Mejor dicho, la importancia radica en el entendimiento de los límites que posee este derecho fundamental. Y es por eso que se debería velar por todos esos derechos fundamentales en el ejercicio de las labores. Concretamente, cuando se habla de los derechos de los trabajadores, no debemos excluir esa constitucionalización de estos mismos y estudiarlos desde una perspectiva práctica, lista para la aplicación en la sociedad.
En conclusión, es difícil definir o tomar en cuenta una sola definición de los derechos de libertad de expresión y de conciencia, debido a que ha sido la misma sociedad quien la ha formado y la va transformando conforme vayan surgiendo nuevas necesidades.
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